Esta ruta se enmarca en la serie de viajes cortos que los Pisapedales realizan para matar el gusanillo de los miembros que no pueden desmarcarse de sus familias todos los años para hacer un viaje de más de 10 días, que es lo que suelen durar.
Javi (Coco) y Antonio Platero anduvieron trasteando por sus guías editadas en papel. Porque ellos son de los que todavía les gusta la información leída en un libro y si fuera manuscrito mejor. Y un día se pusieron de acuerdo y nos propusieron La Ruta del Califato, la primera de una serie que discurre por Andalucía, Las Rutas del Legado Andalusí. Muy de nuestra Tierra. Se puso en marcha la maquinaria y nuestro amigo Manolo apañó los tracks para los gps, había varias versiones del camino y, como no, nosotros hemos hecho la nuestra.
Las guías son un poco antiguas y aunque estén detalladas, hay zonas que debido al paso del tiempo, la mano del hombre y de la Naturaleza, el camino establecido se pierde o simplemente se nos antoja recorrer nuevas zonas que prometían, como se demostró, ser más atractivas y divertidas de recorrer.
Así que con la ayuda del rutómetro, del gps o de nuestro amigo Manu, hemos recorrido la Ruta del Califato, la versión que los Pisapedales
han hecho de la ruta. Sólo nos quedó la espina de la última etapa que por falta de tiempo acortamos y obviamos el camino original para tomar la alternativa directa de Olivares a Granada. Estamos emplazados por Manu para acabarla.
No vamos a describir el camino a seguir, ya que para eso tenéis la guía y los tracks que de esta ruta existen. A este respecto hay que decir que los datos que ofrecen hay que tomarlos con cierta perspectiva, sobre todo en lo que a tiempos se refiere.
Es una ruta para hacer en 3 días pero tres días completos, si además queremos visitar todos los castillos y enclaves que la guía nos propone. En nuestro caso fue un poco una carrera contra el reloj, ya que empezamos un viernes a las 13:30 y acabamos un domingo a las 16:05. De ahí la decisión de acortar la última etapa.
Javi (Coco), Antonio Platero, Manolo, Gabi, Jesús Gasset como habituales y con dos invitados de lujo que son parte del grupo cuando quieran: Manu Guerrero (rondeño) espeleólogo de los buenos y José Luis Romero, el hombre fuerte del pelotón, rey de la montaña, a pesar de Gabi. Echamos de menos a José Luis Rubio que está en pleno entrenamiento específico y no se puede permitir estas alegrías.
El primer día fue un día para adaptarse, que nos deparó una jornada que se alargó hasta la noche, un clásico dentro de los Pisapedales. El frontal es parte del equipaje de mano. Cruzamos el río Guadajoz, como no podía ser de otra forma, otro clásico dentro de este grupo, no suelen pararnos las dificultades que nos pone el terremo. Aunque el agua no fue lo peor, quizá nos retrasó más el barro que flanqueba el río.
El segundo día lo empezamos visitando el castillo de Baena. Este día hicimos la primera variante, no subimos a Luque, tomamos la vía verde del Aceite, que más adelante era ya parte del recorrido “oficial”. La seguimos más kilómetros de los propuestos, ya que en el punto que hay que dejar la vía verde del Aceite el camino se sumerge en el río Guadajoz y, como no llevábamos barco para las máquinas, decidimos seguir por la vía hasta que pudimos enganchar con la Ruta. Así hicimos pasada Laguna Honda que pusimos la directa hacia Alcaudete. En Locubín repusimos fuerzas y llegamos hasta Alcalá la Real, que celebraba su feria como tantos pueblos en Junio.
El último día salimos temprano viendo lo que se avecinaba. El madrugón nos regaló unas buenas cuestas mañaneras que hicieron que nos despabiláramos rápido. No todo van a ser quejas, así que disfrutamos viendo los conejos y lagartos que por el camino se cruzaban. Hay que estar atentos al rutómetro, track del gps o indicaciones de un amiguete hechas en una servilleta, ya que hay varios cruces traicioneros que si no estamos listos nos obligan desandar
el camino y eso no gusta. Esta zona es muy bonita hasta que llegamos a las primeras cuestas que nos hubieran llevado a Moclín. Aquí soltamos los gps y el rutómetro, ya que para esta variante usamos el mejor de los gps que se pueda llevar, un amigo que conoce el camino y no cualquier amigo, uno del terreno y montañero. Porque, aunque Manu es rondeño, su mujer es de Íllora y uno es de donde es su mujer o por lo menos eso es lo que siempre se ha dicho. A lo que vamos, llegados este punto nos desviamos para tomar la garganta del río Velillo, parte de lo que es la Ruta del Gollizno, hasta llegar a Olivares donde comimos, más bien desayunamos, porque como bien dice Antonio “aunque sea a las 13:00 si es la primera comida eso es el desayuno”. El camino fue impresionante, tan técnico que algunos tuvimos que echar pie a tierra. No vale sólo con las cuestas arriba, también en las bajadas.
Llegados a Olivares, viendo la hora y lo que nos quedaba, decidimos coger la directa a Granada por Pinos Puente, emplazando para dentro de poco el último tramo de la ruta “oficial”.